SWEET DREAMS ARE MADE OF THIS

Y las luces te envuelven. El halo de misterio lo mantienes, a pesar de haber arrancado cada parte de tu superflua vestimenta en múltiples ocasiones. Como aquella ruina que mantiene su valor a pesar del paso del tiempo y de ni tan siquiera servir para lo que fue creada.

Para nosotros, las ruinas nos identifican.

Llegaste con tu "Me va bien". Desenfadado, casual. Satisfactorio en principio, letal al final. Yo no podía hacer otra cosa que encajar tu mirada. Tus rasgos que me revuelven los instintos. Tu olor, que me traslada a esas noches de octubre en las que nos sobraba y nos faltaba todo a la vez.

Continúas con "Fue genial, sigues siendo el mismo". Una inyección de esperanza que recorre la piel desde los dedos hasta los labios. Y así me activas. Así tomas el control sobre mis pensamientos y sobre mí. Nunca se te dio mal. Daba igual el dónde, el con quién, y el porqué. Bebo de tu vaso. Te miro a los ojos. La música y el humo no molestan. La risas cómplices purifican el aire, pero no mis intenciones.

Y a pesar de encontrarme en llamas, y entre frases de relleno, la hoja de cuchilla. La guillotina de la realidad llega con tu prólogo del amor encontrado. De repente la conciencia me dice que todo fue un sueño. Duró una escasa media hora. Sólo puedo estar agradecido por ese delirio. Por ese maldito delirio que hoy me lleva a escribirte.

Entonces te das cuenta. Las páginas escritas son solo eso, recuerdos de tiempos pasados. Elucubraciones del presente. Posibles frustraciones del futuro. Hemos de dejar la página atrás. Volveré a leerte cuando desee recrear nuestro fuego vivo, nuestra guerra sin botín. Pero sin olvidar que hoy, solo somos páginas pasadas.

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